EL SEÑOR EN LA MESA
LA BIBLIA NOS HABLA:
“Cuando
uno de los que estaban sentados con El a la mesa oyó esto, le dijo:
¡Bienaventurado todo
el que coma pan en el reino de Dios!” (Lucas 14:15)
Hoy es un día muy especial,
ya que por segunda vez en este año venimos como buenos cristianos al tribunal
del Espíritu Santo a renovar nuestro pacto con el Señor y a evaluarnos y arrepentirnos,
y sobre todo hermano, a apartarnos de nuestras transgresiones, pecados e
iniquidades que hayamos cometido en el pasado y en el presente, por medio de la
santa cena delante de aquel que nos despojó de la vieja naturaleza pecaminosa,
de aquel que nos hizo nacer de nuevo, de aquel que nos dio la nueva vida… Y es
por eso que en esta hora con la ayuda del Espíritu Santo, quiero platicar con
usted, en primer lugar: de la santa cena, pero escatológicamente, porque la
Palabra dice: que cuando el Señor regresara por segunda vez Abraham, Isaac,
Jacob y nosotros nos vamos a sentar con nuestro Señor Jesucristo en “…la gran cena que Dios dará en su reino.”,
Lucas 13:29 TLA y ver Mateo 8:11… y en segundo lugar, porque a mí esto me
resulta un poco sugerente ¿Porque razón? Porque yo creo que la santa cena,
además de ser una ordenanza, además de que estamos anunciando la muerte y la resurrección
de nuestro Señor Jesucristo, además de que nosotros estamos anunciando nuestra
propia muerte (voluntad), y resucitando a novedad de vida… estamos también
entrenando para que en aquel día cuando tengamos nuestra santa cena con el
Señor en el reino de Dios, no vayamos a cometer errores y por culpa de esos
errores el Señor se nos quede viendo y después le diga a un ángel: sácalos del banquete,
¡ESPERO QUE YA NO SEA ASÍ!, pero si escudriñamos en la voz
escrita de Dios Padre nos damos cuenta que el rey le dijo a un comensal en la
parábola del banquete de bodas: ““…¡Oye,
tú! ¿Cómo hiciste para entrar, si no estás vestido para la fiesta?”… Y él
enmudeció, y por eso …el rey les ordenó
a sus sirvientes: “Átenlo de pies y manos, y échenlo afuera, a la oscuridad...”,
ver Mateo 22:11 al 13 TLA, ¿Quién lo echó? El Padre del novio ¿Y quién es el
Padre del novio? Dios. Esto quiere decir que nuestro Padre celestial va a estar
supervisando esa fiesta, ese banquete… Por eso, es importante que nosotros los ministros
del Señor expliquemos que es lo que estamos haciendo, para que usted no lo haga
sin el pleno conocimiento. Amén.
Y por lo tanto, debe
tener presente, que en todos los órdenes de su vida, ya sea secular o espiritual,
debe saber lo que hace y porque lo hace… es decir: lo que corresponde a la
comunión con el Señor, es decir: porqué se toma la santa cena, porqué se ora, porqué
se ayuna, porqué se danza, porqué se alaba, porqué se llora, porqué se aplaude,
porque si usted lo hace por falta de conocimiento, sería una religión… Por eso,
hoy más que nunca debemos ponerle atención a la santa cena, porque la santa
cena del Señor tiene una representación impresionante para el final de los
tiempos… es decir: cuando nuestro Señor Jesucristo regrese en su venida pública. Esto me recuerda que en una prédica un pastor dijo: que su apóstol
afirmaba que cuando nuestro Señor Jesucristo viniera en su venida pública iba a tener una santa cena
con sus apóstoles, basándose en primer lugar, en el versículo que dice: “…hasta el día en que beba con ustedes el
vino nuevo…”; y en segundo lugar, porque cuando Moisés regresa a Egipto del
desierto primero se reúne con Aarón y los ancianos, y después se le presenta al
pueblo de Israel… Quizás alguien se diga así mismo: yo quisiera estar en la
mesa del Señor con sus discípulos, NO LO CREO POSIBLE, porque la santa cena es
un juicio que nosotros hacemos de nosotros mismos, es un auto examen… por eso
la Palabra dice: “…que cada uno debe
examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de la copa.”, del
señor, ver Primera de Corintios 11:28 NVI. Pero lo que yo quiero enfatizarle a
usted con esto, en primer lugar: es que cuando tengamos nuestra santa cena con
el Señor en el reino de Dios va a continuar siendo un juicio… y en segundo
lugar hermano: que la santa cena además de ser un juicio, es un entrenamiento.
Ejemplo de esto lo podemos ver con los músicos, con los cantores y con los de
la danza, ya que ellos antes de presentarse al culto tienen que practicar,
tienen que ponerse de acuerdo, para que las cosas les salgan bien en el culto… Esto
nos hace ver, que cuando usted y yo nos sentamos a la mesa del Señor, además de
recibir todos los beneficios que recibimos, estamos ensayando para que cuando Él
venga a sentarse con nosotros en el banquete de bodas, no cometamos errores y que
por culpa de esos errores nos expulsen del banquete, tal como le sucedió al
comensal del libro de Mateo capítulo 22:11 al 13. Esto quiere decir que la
santa cena tiene que ver con lo escatológico y con lo que nuestro Señor
Jesucristo nos va a traer en el presente inmediato a nuestras vidas… por eso
nosotros tenemos que ver cómo lo hizo Él, que significa lo que hizo Él, cómo lo
hacemos nosotros y cómo lo vamos a hacer con Él, porque si no recibimos la
correcta instrucción y no ensayamos tal vez subamos, pero puede ser que también
nos bajen porque no vamos a estar a la altura, por eso abramos nuestras biblias
en el libro de Mateo, en el capítulo 26:29, y comencemos…
“Y os digo que desde ahora no beberé más de
este fruto de la vid, hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el
reino de mi Padre.”
Al estudiar el
contexto de este versículo nos damos cuenta, en primer lugar: que Jesús ya no
está tratando con el pueblo de Israel, es decir: con la promesa… porque a sus discípulos
les está declarando desde la institución de la santa cena y de la clausura de
la pascua, que va a comenzar un nuevo trato con ellos y con nosotros… y en
segundo lugar: que cuando la Iglesia de Cristo Jesús sea quitada de la tierra, nuestro
Señor Jesucristo va a tener que volver a trabajar con los judíos y sus fiestas…
ver Ezequiel 12:10 al 14. Y es por eso que el perito arquitecto de la Iglesia nos
dice: “…que nadie los juzgue a ustedes
por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna
nueva o de reposo. Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la
realidad se halla en Cristo.”, ver Colosenses 2:16 al 17 NVI. Y fue por eso
que nuestro Señor Jesucristo en algún momento dijo: “Orad para que vuestra huida no suceda en invierno, ni en día de
reposo.”, y “el que esté en la
azotea, no baje a sacar las cosas de su casa.”, ver Mateo 24:20 y Mateo
24:17. Estos nos hace ver a nosotros que no debemos de subir a la azotea, pero
los israelitas si suben todos los años para la fiesta del Sucot, de los
tabernáculos, de las coberturas… por eso nosotros no debemos celebrar la fiesta
del Sucot, de los tabernáculos (el milenio, mes Tishri), de la expiación, del perdón
(segunda venida de Cristo, mes Tishri), de las trompetas (arrebatamiento de la
Iglesia, mes Tishri), del pentecostés (llegada del Espíritu Santo, mes Siván), de
las primicias (resurrección de Jesús, mes Nisán), de los panes sin levadura (la
sepultura de Jesús, mes Nisán), y mucho menos la de la pascua (la muerte de
Jesús, mes Nisán), porque para nosotros es otra fiesta… es decir: la santa cena,
que nuestro Señor Jesucristo nos dejó constituida como una ordenanza en la voz
escrita de Dios Padre. Amén.
Ahora volviendo al
punto “…nunca volveré a beber vino hasta
el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.”, ver
Mateo 26:29 PDT. Este versículo nos hace ver que tenemos un problema ¿Cuál es
el problema? Que en el libro de Lucas, en el capítulo 5:37 al 38, nos habla que
no se debe de echar “…vino nuevo en
odres viejos…” ¿Por qué? Porque el vino nuevo se tiene que fermentar como
lo hace la harina del pan cuando le echan la levadura… Y es por eso que el vino
nuevo debe de crecer en un odre nuevo, porque si el odre esta viejo cuando el
vino empiece a dar de sí, lo romperá y por eso se derramará el vino y se echará
a perder el odre. Y esto fue lo que el Señor dijo, pues dijo: “…nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque
entonces el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán...”.
Esto quiere decir en primer lugar: que la santa cena no la debe tomar una
persona que no es cristiana, es decir: un odre viejo porque lo va a reventar… y
en segundo lugar: que la santa cena solo la pueden tomar los que han nacido de
nuevo, porque nuestro Señor Jesucristo no quiere que se pierda el vino ni los
odres, porque Dios tiene un trato con el odre que es nuestro cuerpo y con el
vino que es su bendición dentro de nosotros y que puede estar representada por
la santa cena… Y por lo tanto, debemos tener presente, que nosotros tenemos que
ir madurando junto con el vino nuevo mientras pasa el tiempo, porque “…nadie, después de beber vino añejo, desea
vino nuevo, porque dice: “El añejo es mejor.”, ver Lucas 5:39, ¿Entonces
cuál es el buen vino? ¿El vino nuevo o el vino añejado? ¿Entonces por qué el Señor
quiere darnos de beber vino nuevo si esta es otra dimensión? Esto es más o
menos como cuando nos convertimos a Cristo Jesús, es decir: en el 2009 yo era un odre viejo, pero cuando
vine a los pies de Cristo, el 16 de mayo del 2010, me hizo un odre nuevo y me echó el vino nuevo y
empecé a madurar, es decir: el vino nuevo en el odre nuevo. Entonces, cuando
venga el Señor en la fiesta, es decir: en el banquete, es decir: en “…la gran cena que Dios nos dará en su
reino.”, Lucas 13:29 TLA, y nos pruebe, nos dirá: este vino esta excelente,
pero ese vino solo era un entrenamiento porque ahora les voy a dar otro odre
nuevo, que es un nuevo cuerpo celestial, ver Primera de Corintios 15:44 al 53,
para que fermente otra vez, para que se añeje, para que después de cierto
tiempo en otras generaciones, en otras creaciones y universos lo prueben y se
olviden del vino nuevo, porque el vino añejo es mejor… pero eso no quiere decir
que el vino nuevo no sirve. En otras palabras, lo que le estoy tratando de
decir, en primer lugar, es que todavía no tenemos toda la revelación de la
santa cena y por eso se la tenemos que ir suplicando día a día a nuestro Señor
Jesucristo… y en segundo lugar: que la santa cena que tomamos en la Iglesia de
Cristo es importante, porque es un entrenamiento.
Ahora, miremos Mateo capítulo
9:10 RVA.
“Y
aconteció que estando él sentado a la mesa en casa, he aquí que muchos
publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con
Jesús y sus discípulos.”
Este versículo nos
deja ver claramente, en primer lugar: que la santa cena es una mesa de
oportunidades, aunque es un juicio, pero también es una mesa de oportunidades
porque en ella además de sus discípulos se sentaron los recaudadores de
impuestos y los pecadores... Y por lo tanto, debemos tener presente, que cuando
participemos de la mesa del Señor, no debemos de juzgar a nadie… más bien debemos
darle gracias al Señor, porque nos permite participar de su mesa. Claro, que
para sentarnos ahí Él tuvo que habernos restaurado, porque la Palabra dice en
primer lugar, en el libro de los Salmos, en el capítulo 113:7 al 8 NVI y LBLA,
que el Señor “…levanta del polvo al
pobre y saca del muladar al necesitado, para sentarlos con príncipes, con los
príncipes de su pueblo.”… y en segundo lugar: que el Señor “Levanta del polvo al desvalido y saca del
basurero al pobre para sentarlos en medio de príncipes y darles un trono
esplendoroso…”, ver Primera de Samuel 2:8 NVI… y en segundo lugar hermano,
nos deja ver claramente, que cualquier pecador arrepentido que se siente a la
mesa del Señor no la puede contaminar, es más, la mesa del Señor lo santifica.
Ejemplo de esto lo podemos ver cuando nuestro Señor Jesucristo tocaba a los
inmundos y no se contaminaba, como ser: el leproso, la mujer que tenía 12 años
de estar enferma de flujo de sangre, el muerto que iba en el cortejo fúnebre
rumbo al cementerio. Y por lo tanto, debemos tener presente, que si hemos fallado…
hoy podemos acercarnos confiadamente a la mesa del Señor a decirle que perdone nuestras
faltas... porque solo así podremos participar dignamente del pan y del vino, es
decir: morir al alma para que resucite el alma a novedad de vida. Amén.
Ahora, miremos Mateo capítulo
26:7.
“se
le acercó una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso, y lo
derramó sobre su cabeza cuando estaba sentado a la mesa.”
Esto quiere decir que
al presentarnos a la mesa del Señor a enjuiciarnos… además nos capacita y nos
entrena, en primer lugar, para guardar y ahorrar, aunque los demás nos digan
que somos unos tacaños… y en segundo lugar: para que podamos decirle a nuestro
Señor Jesucristo: yo he apartado todo esto para ti, porque de ti procede todo
la leche y la miel, y el oro y la plata… Y yo le aseguro hermano, que si usted
lo hace así, no le faltará nada en su vida… porque la Palabra dice: que “…Dios ama al dador alegre. Y Dios puede
hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo
lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra; como está
escrito: El esparció, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre.”,
ver Segunda de Corintios 9:7 al 9. En otras palabras, lo que estoy tratando de
decirle es que en la mesa del Señor uno se tiene que despojar sin escatimar, es
decir: el gozo, las aflicciones, las dolencias, los pecados, las tristezas, las
alegrías, y las ofrendas… Ejemplo de esto lo podemos ver cuando nosotros
invitamos a compartir la mesa en nuestra casa, ya que algunos llevan un
presente y otros se ofrecen a ordenar la casa. Recuerden, que esto es un
entrenamiento, que esto hermano, es una actitud.
Ahora, miremos Mateo capítulo
26:20 y Marcos 14:18, porque la historia es contextual.
“Al
atardecer, estaba El sentado a la mesa con los doce discípulos.” “Y estando
sentados a la mesa comiendo, Jesús dijo: En verdad os digo que uno de vosotros
me entregará; el que
come conmigo.”
Pregunto ¿A cuántos
les gusta comer? ¿Y a usted como le gusta comer? Mejor, me voy a ministrar con
usted, a mí me gusta comer en paz, para poder disfrutar los alimentos, porque
la mesa no es el lugar para ir a pelear y mucho menos para ir a contar nuestros
problemas… la mesa, es un lugar exquisito… y esto no lo digo YO, lo dice la
Palabra, pues dice: “Mejor es un bocado
seco y con él tranquilidad, que una casa llena de banquetes con discordia.”,
otra versión dice: “Más vale un trozo de
pan seco en paz que una casa bien abastecida donde hay peleas.”, ver
Proverbios 17:1 LBLA y BIBLIA LATINOAMERICANA 1995. Amén.
El punto central de
esto no es lo que a mí me gusta, sino lo que le gusta al Señor, es decir: lo que
Él dijo, y dijo: “…En verdad os digo que
uno de vosotros me entregará; el que come conmigo.”. Yo creo que en ese
instante Pedro se atragantó con el bocado que tenía en la boca, Juan casi se
ahoga con la sopa que estaba tomando y finalmente Judas Iscariote se enfermó
del estómago… Ahora, volviendo al punto podemos ver que al acercarnos a la mesa
del Señor, en primer lugar, nos hace reflexionar para que nos pongamos a cuenta
con Él y le digamos: “…seré yo Señor…”;
y en segundo lugar, para que nos arranque todo lo que tenemos escondido en
nuestro interior... Ejemplo de esto lo podemos ver cuando Rubén el hermano de
José les empieza a reclamar a sus hermanos, porque según él lo que les estaba
sucediendo en Egipto era culpa de ellos por haber vendido a su hermano José,
mire cuanto tiempo había pasado, fácilmente 22 años. YO no sé si a usted le ha
pasado eso, pero a mí sí me ha pasado hermano, es decir: que he recordado cosas
que no eran correctas y que se me habían olvidado. En otras palabras lo que
estoy tratando de decirle es que la mesa del Señor también nos sirve para que nos
recuerde las cosas que teníamos dormidas, es decir: para que nos refresque la
memoria y nos despojemos de todos los pecados con un corazón contrito y humillado
para que el Señor nos los perdone... Y esto el profeta Miqueas nos lo afirma
diciendo: “¿Qué Dios como tú, que
perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo
para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia.”. Y más adelante
nos dice que Dios “…arroja al fondo del
mar todos nuestros pecados.”, ver Miqueas 7:18 RVR 1960 y 7:19 NVI. Y fue por
eso que en la mesa el Señor les dijo a sus discípulos: “…En
verdad os digo que uno de vosotros me entregará; el que come conmigo.”,
para que reflexionaran… Esto quiere decir que en la mesa del Señor, Él
nos está entrenando en la reflexión, para que la reflexión nos mantenga
irreprensibles… y por eso cuando Él venga en la venida en secreto nos pueda
arrebatar… ver Primera de Tesalonicenses 4:16 al 17, ¿Cuántos quieren ser irreprensibles? Aleluya.
Ahora, miremos Lucas capítulo
14:7.
“Y
comenzó a referir una parábola a los invitados, cuando advirtió cómo escogían
los lugares
de honor a la mesa, diciéndoles:”
Al estudiar este
versículo, nos damos cuenta que nuestro Señor Jesucristo es observador… y fue
por eso que cuando se sentó frente al arca de las ofrendas en el templo les
dijo a sus discípulos: “…En verdad os
digo, que esta viuda pobre echó más que todos los contribuyentes al tesoro.”,
y como los discípulos hacían todo lo que Él hacía, le dijeron: no Señor, no
miraste bien, porque la viuda solo echó “…dos
pequeñas monedas de cobre...”, en cambio los demás echaron mucho más dinero
que ella, entonces el Señor les dijo: NO, ella echó más que los demás… “porque todos ellos echaron de lo que les
sobra, pero ella, de su pobreza echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para
vivir.”, ver Marcos 12:41 al 44. Esto quiere decir, en primer lugar: que el
Señor es bien observador, por eso cuando vengamos a la mesa del Señor no
vengamos peleando por un lugar de honor, mejor démosle gracias al Señor por permitirnos
venir a disfrutar de Su mesa que es nuestra mesa… Y en segundo lugar hermano:
que la mesa del Señor nos ayuda a ser humildes, que la mesa del Señor nos hace
iguales a todos… Y fue por eso que el apóstol Pablo dijo: “En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni
incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y
está en todos.”, ver Colosenses 3:11 NVI. Amén.
Ahora, miremos Marcos
capítulo 16:14.
“Después
se apareció a los once mismos cuando estaban sentados a la mesa, y los
reprendió por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a
los que
le habían visto resucitado.”
Este versículo nos
deja ver al Señor resucitado, y no ungido… pero lo que yo quiero que veamos en
primer lugar, es que aun en estos tiempos hay personas que vienen a la mesa del
Señor con incredulidad y dureza de corazón. Y por eso, NO pueden creer y comprender
lo sobrenatural de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, pero deben tener
presente, que lo que nosotros necesitamos, o mejor dicho: lo que debemos anhelar
con todo nuestro corazón, es que salgamos bendecidos. Eso es lo que necesitamos…
Y yo como su maestro, eso es lo que anhelo para usted, es decir: que logren
obtener todo lo que nuestro Padre celestial quiere para su vida espiritual y
secular… por eso “…Si oís hoy su voz, no
endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación.”, porque no me
gustaría que les sucediera lo mismo que le sucedió al pueblo de Israel cuando anduvieron
en el desierto, que por su dureza de corazón pusieron a prueba al Señor y por
eso “no entraron al reposo de Dios”, ver Hebreos 3:7 al 15… y en segundo
lugar: que en la mesa del Señor también hay reprensión por la falta de
credibilidad, de Fe, NO en mi mesa, porque yo ya le conté como es mi mesa.
Y mi biblia nos dice:
“Tened
cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón malo de
incredulidad, para apartarse del Dios vivo. Antes exhortaos los unos a los
otros cada día, mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno de vosotros
sea endurecido por el engaño del pecado. Porque somos hechos partícipes de
Cristo...” (Hebreos
3:12 al 14)
EN CONCLUSIÓN
LA BIBLIA NOS HABLA:
“El
que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de
ellos alcanzará misericordia.” (Proverbios
28:13) BIBLIA SIGLO DE ORO
Ahora, podemos
concluir.
Que la santa cena,
además de ser una ordenanza, un juicio y un entrenamiento, nos sirve en primer
lugar, para que nos acerquemos confiadamente a pedirle a nuestro Padre
celestial en el nombre de Jesús, todas estas bendiciones que
no sabíamos que tenía “SU MESA
SAGRADA”, por falta de conocimiento,
como ser: oportunidades, capacidad para ahorrar, para guardar y para despojarnos
sin escatimar lo que le pertenece a nuestro Padre celestial, para reflexionar, para
humillarnos y para tener fe… y en segundo lugar hermano, para que nos auxilie a
entender todas estas cosas que hemos logrado ver en este día tan glorioso.
Amén.
Permítanme, declarar
una declaración profética para su vida.
“‘El
Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y
tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro, y te dé paz.’” (Números 6:24 al 26).
Ministerio Familiar Bonilla-Velásquez
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