APRENDAMOS A NEGOCIAR CON DIOS
LA BIBLIA NOS HABLA:
“Y
llamando a diez de sus siervos, les dio diez minas y les dijo: “Negociad con
esto hasta que yo
regrese.” (Lucas 19:13)
En momentos de angustia
y desesperanza, cuando las pruebas o las tribulaciones hacen su entrada
triunfal en nuestra existencia, en nuestra vida, clamamos desesperadamente a Dios
suplicando por Sus promesas, por Su bendición, por Su intervención divina para
la solución del o de los problemas que estamos atravesando en nuestra diario
vivir, como ser: de salud, de carácter, es decir: de la carne, económicos….
Pero, usted y yo mi hermano, debemos tener presente, que para poder pedir, que
para poder suplicar, debemos de conocer cuáles pueden ser los mejores
argumentos para poder negociar ante nuestro Padre celestial.
Además, debemos tener
presente, que en la actualidad existen personas, que dicen: que con nuestro
Padre celestial no se puede negociar:
- Porque Dios no es un hombre de negocios.
- Porque Dios no condiciona Sus bendiciones a lo que podamos ofrecerle o suplicarle.
Ya que ellos aducen, que ante los ojos de nuestro creador, del todopoderoso, nada de lo que hagamos o digamos podría satisfacer las expectativas de un Dios santo, que nos ofrece misericordia y sobre todo la gracia infinita, aunque no la merezcamos.
Es por eso, que en
esta tarde y noche, el Señor está permitiendo, que yo los instruya a través de Su
palabra. Escuche bien mi hermano: que les enseñe a través de Su voz escrita tanto
a ustedes oyentes, como a ustedes convencidos y como a ustedes convertidos, que
en estos tiempos en que estamos viviendo si podemos negociar ante Su reino,
ante Su trono, ya sea en la congregación, en el hogar o en el lugar secreto, es
decir: en nuestro Seter. Amén.
Y mi biblia dice:
“Cuando
sus padres le vieron, se quedaron maravillados; y su madre le dijo: Hijo, ¿por
qué nos has tratado de esta manera? Mira, tu padre y yo te hemos estado
buscando llenos de angustia. Entonces Él les dijo: ¿Por qué me buscabais?
¿Acaso no sabíais que me era necesario estar en la casa
de mi Padre?” (Lucas 2:48
al 49)
Al ver el contexto de
estos versículos podemos ver.
- EN PRIMER LUGAR: Que José, María y el niño Jesús acostumbraban todos los años ir a Jerusalén a celebrar la fiesta de la pascua.
- SEGUNDO LUGAR: Que cuando cumplió doce años el niño Jesús, fueron como de costumbre a Jerusalén y de regreso, en el camino se dieron cuenta que el niño Jesús no estaba con ellos. Entonces por un día comenzaron a buscarlo entre los familiares y conocidos de la caravana y al no hallarlo volvieron a Jerusalén a buscarlo
Me imagino con que
aflicción habrán buscado José y María a Jesús, sobre todo porque los dos tenían
la revelación de quien era ese niño, de cómo nuestro Padre celestial les había
dado esa responsabilidad de cuidar a Jesús, de pronto van al templo y creo que
este fue el último lugar donde ellos fueron a buscarlo, pues la palabra nos
dice: “Y aconteció que después de tres días le hallaron en el templo, sentado
en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas” ver Lucas
2:46. Pero, lo que a mí me llama la atención de esta historia mi hermano, es lo
que nuestro Señor Jesucristo le contesta a sus padres.
Escuchen pues.
“….¿Por
qué me buscabais? ¿Acaso no sabíais que me era necesario estar en los
negocios de mi Padre?”
(Lucas 2:49)
(Lucas 2:49)
Esto quiere decir mi
hermano, que nosotros al igual que nuestro Señor Jesucristo podemos negociar y
cuidar de los negocios de Dios, porque al haberlo aceptado como a nuestro Señor
y salvador nos hemos convertidos en primer lugar: en hijos espirituales y en
segundo lugar: en herederos de Dios y coherederos de Él, y además, nos dice:
que no existe un mejor lugar para negociar, que el templo de Dios, es decir: la
casa de nuestro Padre celestial.
Además debemos tener
presente, que en la escritura encontramos pasajes donde la tri-unidad de Dios
nos hace ver que sí podemos negociar.
Escuchen pues.
- En el libro de Isaías capítulo 1:18, dice el Padre: “….Vengan, vamos a discutir este asunto. Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo.…” DHH.
- En el libro de Lucas capítulo 19:13, dice el Hijo: “….Negociad con esto hasta que yo regrese.” Aleluya.
- Y por último en la era del Espíritu Santo en el libro de Santiago, nos dice: vosotros decís iremos aquel lugar y haremos negocio, pero Más bien, debierais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos negocio, ver Santiago 4:13 al 15.
Entonces, note usted
mi hermano, como el Padre, el Hijo y el Espíritu santo nos enseñan que podemos
negociar algunas cosas con nuestro Padre celestial, y además nos hace ver, que cuando
negociemos con Él debemos de saber negociar para que ambos salgamos ganando, es
decir: ganar, ganar, es decir: ganar en lo material y ganar en lo espiritual.
Por eso, les
pregunto.
¿Usted tiene algún
anhelo? ¿Usted quiere que Dios haga cosas?
¿Usted quiere mover
la mano de Dios?
¿Dios le ha concedido
algunas cosas que ha pedido?
¿Habrán cosas que
usted le ha pedido a Dios y Dios no se las ha concedido?
Ahora, permítanme
hacer un pequeño paréntesis para poder ministrarme con ustedes.
Escuchen pues.
Lo que yo quiero
confesarle a usted mi hermano, es que al igual que usted, yo deseo que la mano
del Dios todopoderoso se mueva siempre a mi favor; también al igual que usted,
hay cosas que yo le he pedido a nuestro Padre celestial y todavía no me las ha
concedido, pero sepa usted, que también he pedido otras cosas y Él me las ha
concedido. Pero, lo que si le puedo decir con certeza mi hermano, es que
nuestro Padre celestial a nosotros, sus hijos, nos da las cosas a corto, a
mediano y a largo plazo, porque Él todo nos lo da a su debido tiempo, porque Él
todo nos lo da en el tiempo oportuno, es
decir: en Su tiempo Kairos.
Y mi biblia dice:
“Humíllense,
pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.
Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.” (Primera de Pedro 5:6 al 7)
Además, debemos tener
presente mi hermano, que a veces por la falta de madures espiritual nosotros no
logramos que la mano de Dios se mueva a nuestro favor, por el simple hecho de
que no sabemos negociar, quizás porque los argumentos que utilizamos tal vez no
sean los más apropiados o los más convenientes.
Es por eso que en
esta tarde y noche, el Señor, me ha permitido que les enseñe por medio de
cuatro personajes de la escritura como ellos negociaron con Dios, y así usted y
yo mi hermano, podamos aprender del éxito y del fracaso de ellos.
Ahora, abramos la
biblia en el libro de Génesis capítulo 18:28.
“Tal
vez falten cinco para los cincuenta justos, ¿destruirás por los cinco a toda la
ciudad? Y El respondió: No la destruiré si hallo allí cuarenta y cinco.”
Al estudiar este
versículo, podemos ver, que cuando negoció el padre de la fe con Dios, el
argumento que utilizó por la ciudad de Sodoma y Gomorra fue la justicia.
Recuerden, que en ese tiempo esas ciudades ya habían hecho rebalsar la
misericordia de Dios, pues ellos se habían sumergido en la violencia, en la
idolatría, en la prostitución, en el homosexualismo, en la lujuria…. Y mejor
paremos de contar. Pero deben tener presente, que realmente esa no fue la causa
del porque Abraham intercedió por esas ciudades, porque si usted recuerda mi
hermano, allí también vivía su sobrino Lot con su familia y es por ellos que él
se sentó con el Señor a negociar por esas ciudades. Pero, lo que a mí me
interesa de esto es que usted mire como negoció Abraham por su sobrino Lot, ya
que la palabra nos enseña lo erróneo que fue su negociación por que al final
tanto la ciudad de Sodoma y Gomorra fueron destruidas.
Esto quiere decir mi
hermano que el argumento que utilizó Abraham el padre de la fe le falló, porque
el utilizó el argumento de la justicia
Esto nos enseña mi
hermano, que la justicia no es el mejor argumento que existe para negociar en
el reino de Dios. Pero deben tener presente, que la justicia si puede ser un
buen argumento para negociar aquí en le tierra.
Por lo tanto, les
puedo decir con certeza iglesia de cristo Jesús.
Que cuando vayamos a
negociar con Dios no lo hagamos por medio de la justicia, porque el Señor nos
va a decir: quieres justicia verdad, entonces te voy hacer justicia. Pero,
también te examinaré para ver si te mereces la justicia. Además deben tener
presente, que la palabra nos dice: ….No hay justo, ni aun uno, ver Romanos
3:10.
Este versículo me
recuerda, que el sumo sacerdote podía entrar al atrio, podría entrar al lugar
santo, pero solo una vez al año, él podía entrar al lugar santísimo y con la
sangre del cordero para la expiación del pecado, porque en este lugar se
encontraba el arca de la presencia, y esta a su vez era una caja de madera de
almendra forrada de ora que tenía una tapadera que se llama el asiento de la
misericordia. Esto quiere decir: que cuando el sumo sacerdote entraba al lugar
santísimo, entraba al trono de la gracia, entraba al trono de la misericordia.
Por eso, les
pregunto.
¿Frente a que trono
vas tú?
Es por eso, que usted
mi hermano, debe saber ante qué trono debe de ir a negociar con Dios, pues como
hemos visto anteriormente, el más recomendado sería el trono de la misericordia,
porque si lo hace frente al trono de justicia tenga la certeza mi hermano, que le
pasará como a Abraham el padre de la fe. Por lo tanto, tenga presente, que
cuando usted necesite negociar con Dios debe de ir apelando a la misericordia.
Y la palabra nos dice:
“….acerquémonos
con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos
gracia para la ayuda oportuna.” (Hebreos
4:16)
Ahora, miremos Segunda
de Corintios capítulo 12:7 al 8.
“Para
evitar que me volviera presumido por estas sublimes revelaciones, una espina me
fue clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que me
atormentara. Tres
veces le rogué al Señor que me la quitara.”
Al estudiar estos
versículos, podemos ver, que cuando negoció el apóstol Pablo con Dios, el
argumento que el utilizó, fue: para que le diera fuerza por medio del ruego,
pero de pie, y yo creo mi hermano que en este tipo de negociación entramos todos,
y además creo, por no decir que estoy seguro, que tanto el apóstol Pablo como
nosotros hemos negociado mal.
Ahora les pido, que
se abrochen el cinturón de seguridad, porque ahorita va haber turbulencia,
porque un texto mi hermano, tiene que tener un contexto. Entonces, miremos el
contexto de ese versículo, que se encuentra en el libro de Segunda de Corintios
capítulo 11:29, para que miremos lo que el apóstol pablo estaba negociando con
Dios, y dice:
“¿Quién es débil sin que yo sea débil?
¿A quién se le hace pecar sin que yo no me preocupe intensamente.”
Deben saber, que la
palabra “preocupe intensamente” en la biblia de las américas tiene una notita
que dice: “y yo no me quemo” Entonces, leamos ese versículo otra vez, y dice:
“¿Quién
es débil sin que yo sea débil? ¿A quién se le hace pecar sin que yo no me queme.”
Es por eso que les
pedí que se abrocharan el cinturón de seguridad, porque en este momento voy a
tocar un terreno escabroso para predicar, porque no nos dice la palabra: …mejor
es casarse que estarse quemando, ver Primera de Corintios 7:9 RVR 1960, y el apóstol
Pablo dice: quien peca por allí y yo no me quemo. Entonces, me fui a investigar
y encontré que esa palabra quemar que aparece en ese versículo viene de la
palabra Puro (es la palabra # 4448), y significa: arder de cólera, arder de
aflicción y arder de lujuria.
Yo no sé mi hermano,
de que se quemaba realmente el apóstol Pablo, pero lo que si te puedo decir mi
hermano, es que mi biblia dice: que el apóstol pablo se quemaba, ya sea de
cólera, de aflicción o de lujuria, yo sé que esto, a algunos les va a caer pesado.
Pero, permítanme recordarles, que el apóstol Pablo aunque era un siervo de
Dios, tenía un carácter pesado, ya que él era una persona de mecha corta.
Recuerden, que en una ocasión a él le informaron que un miembro de la iglesia
de los Corintios estaba bajo inmoralidad, es decir: que él estaba teniendo relaciones
sexuales con su madrasta. Entonces, el apóstol Pablo por medio de una carta les
mando a decir: entregad a ese tal a Satanás para la destrucción de su carne….
ver Primera de Corintios capítulo 5. Esto quiere decir mi hermano, que lo sacó de
cobertura.
Ahora, note usted mi
hermano, como oraba el apóstol Pablo.
Señor tres veces te
he rogado dame fuerzas Padre, porque quiero vencer esto….
Por eso, me pregunto
y les pregunto.
¿Cuántos hemos orado
así? ¿Cuántos hemos pedido fuerzas?
Esto quiere decir mi
hermano que el argumento que utilizó el apóstol Pablo falló, porque él utilizó
el argumento de la fuerza, del ruego, pero de pie.
Esto nos enseña mi
hermano, que la fuerza no es un buen argumento para negociar por nuestro
carácter y por nuestras debilidades en el reino de Dios, porque las fuerzas se
acaban, porque las fuerzas son limitadas.
Por lo tanto, les
puedo decir con certeza iglesia de cristo Jesús.
Que cuando vayamos a
negociar con Dios por nuestro mal carácter o por nuestras debilidades no vayamos
a pedir fuerzas pues son limitadas, más bien lo que yo veo aquí es que nosotros
debemos de acercarnos al trono de la misericordia apelando poder de Dios,
porque el poder de Dios mi hermano, es ilimitado, pues Él es el todopoderoso. Y
la palabra nos dice:
“Pues
por cuanto El mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a
los que son tentados.” (Hebreos
2:18)
Ahora, miremos Números
capítulo 14:15.
“Pero
si tú destruyes a este pueblo como a un solo hombre, entonces las naciones que
han oído de tu fama, dirán.”
Al estudiar el
contexto de este versículo, podemos ver.
- EN PRIMER LUGAR: Que el Señor le dijo a Moisés, sabes que Moisés, ya estoy cansado, ya estoy harto, me he hastiado de este pueblo, porque ellos se han desviado hacia la idolatría, hacia la inmoralidad sexual, hacia la mentira, hacia el chisme, hacia la murmuración…Por eso, te pido que negociemos, no crees que es mejor que los mate y te haga un pueblo nuevo. Entonces, le dijo Moisés: no mi Señor, porque si tú lo haces vas a perder algo y lo que yo quiero es que tú ganes, porque si lo matas, escucha lo que pasara: …las naciones que han oído de tu fama, dirán el Señor no pudo introducir a este pueblo a la tierra que les había prometido con juramento, por eso los mató en el desierto, ver Números 14:15 al 16. Por eso, mi Señor, el yo soy, el gran yo soy, te pido, te ruego, ten misericordia. No pongas en duda tu prestigio, no pongas en duda tu nombre por amor a tu nombre.
- EN SEGUNDO LUGAR: Que el Señor le dijo a Moisés, está bien tú has ganado, los he perdonado, ya no los destruiré, ver Números 14:20, les daré la tierra prometida. Pero, eso sí Moisés, yo no iré con ustedes, te enviaré a un ángel para que los acompañe tanto en el día como en la noche. Entonces, Moisés le dijo, Señor: ….Si tu presencia no va con nosotros, no nos hagas partir de aquí, ver Éxodo 33, porque a mí Señor no me interesa las cosas materiales, lo que me interesa a mí Señor es tu presencia.
Esto quiere decir mi
hermano que el argumento que utilizó Moisés no falló, porque el utilizó el
argumento de Su fama, de Su prestigio, de Su nombre y sabe, que la palabra
nombre en el hebreo es la palabra Shém y significa: oficio, es decir: la
aptitud, es decir: a lo que Dios se dedica, esto sí que está tremendo mi
hermano, porque lo que hizo Moisés fue.
Escuchen pues.
1.- PRIMERO: Moisés
negoció con el nombre de Dios, pues entre muchos de los oficios que tiene el
Señor es que Él es el buen pastor y nuestro Señor Jesucristo nos lo afirma
diciendo: Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a
los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió…. ver Juan 17:12.
2.- SEGUNDO: Moisés
negoció con Sus promesas, porque las promesas de nuestro Padre celestial son Sí
y Amén, ver Segunda de Corintios 1:20.
Por lo tanto, les
puedo decir con certeza iglesia de cristo Jesús.
Que cuando vayamos a
negociar con Dios por nuestras aflicciones, adversidades, pruebas o
tribulaciones acerquémonos al trono de la misericordia bajo el argumento de Su
nombre y de Sus promesas tal cual como lo hizo Moisés, el libertador. Y la
palabra nos dice:
“Dios
no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo
ha dicho El, y no lo hará?, ¿ha hablado, y no lo cumplirá?” (Números 23:19)
Ahora, miremos Ester capítulo
8:3.
“Ester
habló de nuevo delante del rey, cayó a sus pies, y llorando, le imploró que
impidiera los propósitos perversos de Amán agagueo y el plan que había tramado
contra los judíos.”
Al estudiar este
versículo, podemos ver que Ester no negoció en una mesa como Abraham el padre
de la fe, no negoció de pie como el apóstol pablo, no negoció cara a cara como
Moisés el libertador, pues lo que nos muestra este versículo mi hermano, es que
Ester se postró ante el rey, se humilló ante el rey, y esto significa nada más
ni menos adoración. Recuerden, que este suceso se dio porque Amán entró en
disputa con un judío llamado Mardoqueo, porque este judío no se arrodillaba
ante él y mucho menos le rendía homenaje. Por eso, Amán aprovechándose de su
autoridad hizo que el rey le permitiera hacer un edicto, es decir: un decreto
para exterminar a toda una nación y cuando sucedió esto Mardoqueo se lo
comunicó a la reina Ester y ella le mandó a decir Mardoqueo, que ayunaran, que
buscaran el rostro del Señor durante tres días y pasado esos tres días ella iba
a interceder por su pueblo ante el rey. Además, recuerden que en esos tiempos
si el rey no mandaba a llamar a su reina y esta se presentaba sin previo aviso
lo que le tocaba era la muerte, escuchaste bien mi hermano, la muerte. Pero
deben tener presente, que al final, el argumento que utilizó la reina Ester no
falló, porque la palabra dice: que la reina Ester logró que el rey cambiara el
decreto de Amán.
Esto quiere decir mi
hermano, que el argumento que utilizó la reina Ester es el mejor de los
anteriores argumentos y por lo tanto, este debe ser el argumento, que usted y
yo mi hermano, deberíamos de utilizar para poder negociar con Dios ante el
trono de la misericordia.
Recuerden, que el
argumento que ella utilizó fue:
1.- PRIMERO: Buscar el
rostro de Dios, humillarse delante de Su presencia, ayunar.
2.- SEGUNDO: Se
rindió a los pies de su rey, le rindió honor a su rey. Y la palabra nos dice:
“Pagad a todos lo que debáis: al que impuesto,
impuesto; al que tributo, tributo; al que temor, temor; al que honor, honor.” (Romanos 13:7)
Además, la palabra
nos dice:
“Honrad
a todos, amad a los hermanos, temed a Dios, honrad al rey.” (Primera de Pedro 2:17)
Este versículo, me
recuerda, que cuando Jesús llego a Betania se dio cuenta que su amigo Lázaro
llevaba cuatro días de muerto, entonces,
“Marta, cuando oyó que Jesús venía, fue a su encuentro”, y le dijo: “Señor,
si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto” y Jesús ni la escuchó y
mucho menos se movió. Luego al darse cuenta María que Jesús estaba allí, “se
levantó rápidamente y fue hacia Él y se arrojó a sus pies” con la misma
petición pero con otro argumento y cuando Jesús la vio postrada, llorando,
humillada, la escuchó, se movió, y hasta movió la mano de Dios, porque se fue
con ella al sepulcro y lo resucitó, ver Juan 11.
Esto nos dice mi
hermano, que el argumento de Ester y de María, es el mejor argumento que
podemos emplear cuando vallamos a negociar ante el trono de la misericordia del
Dios, Padre, ya que con este argumento mi hermano, hasta la muerte podemos
vencer.
EN CONCLUSIÓN
LA BIBLIA NOS HABLA:
“….cuando
tengamos alguna necesidad, acerquémonos con confianza al trono de Dios. Él nos
ayudará, porque es bueno y nos ama.” (Hebreos
4:16) TLA
Además, la palabra
nos dice:
“Nadie
busque el bien sólo para sí mismo, sino para todos.” (Filipenses 2:4) TLA
Ahora, podemos
concluir.
Que nosotros, los
hijos del Dios viviente, debemos aprender a negociar con nuestro Padre
celestial en el trono de la misericordia por cualquier adversidad, por
cualquier dificultad, o por cualquier vicisitud, que estemos atravesando en
nuestras vidas, ya sea por nosotros mismos, o por nuestra esposa, o por nuestro
esposo, o por nuestros hijos, o por nuestros familiares, o por nuestras
amistades o por los demás…. es decir: por el prójimo, pues la palabra nos dice:
….Ama a tu prójimo como a ti mismo, ver Mateo 22:39. Además, la palabra dice: Ante
todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de
gracias a Dios por toda la humanidad, ver Primera de Timoteo 2:1 DHH. Ahora, ¿Por
qué debemos hacer eso mi hermano? no más pregunto, ¿Qué preferimos? Así es Mi
hermano, ¿Qué preferimos para nuestra vida, o para la vida del prójimo…medicina
preventiva o medicina curativa? Contéstate.
20 de diciembre de 2014
Ministerio Familiar Bonilla-Velásquez
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